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Hoy os traigo un post  muy especial y emotivo, y no solo por lo bonitas que son las fotos, sino por lo que significan para mi. La primera vez que escuché la palabra Serendipia no sabía lo que significaba pero creó en mi un interés especial. Desde que supe lo que esta palabra describe siempre me acompaña con forma de pensamiento mágico.

Con esa palabra, durante los preparativos de mi boda comprendí que a veces es mejor parar y dejarte llevar a ver qué pasa; a pesar de que esa filosofía de vida no tiene nada que que ver con mi día a día y mi manera de ser. Quien me conoce en lo personal y en lo profesional, sabe que me gusta cuidar cada detalle hasta la perfección.  Soy muy exigente en mi profesión, amante de las cosas bonitas, el orden y  los pequeños detalles que marcan la diferencia; pero en mi boda me lié la manta a la cabeza, improvisé y aposté por las cosas hechas a mano  y los gustos del que hoy es mi marido.

Serindipia es magia,  es descubrir algo fantástico mientras esperas algo completamente diferente a lo que crees que va a suceder. Serindipia es sorprenderse y sentir eso dentro de ti que no os lo puedo explicar, pero que seguro que con esta frase entenderéis: «¿Esto está pasando? ¡Sí, y me está pasando a mi!»

¿Cómo una sola palabra puede contar toda una historia? mi historia de amor. Me equivoqué varias veces, e incluso podría decir que empecé a tomarle cariño a esa piedra que siempre me hacía caer. Tuve que equivocarme y hacerlo mal para vivir mi Serendipia, ¡y quién no se equivoca!. ¿No trata la vida de eso? de equivocaciones, de aprender, de empezar de cero, de parar, de seguir y de vivir tu propia Serendipia.

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Entonces, supe que cruzarme con esa palabra no era casualidad, era magia para mi, porque como le dijo Campanilla a Peter Pan: «lo mejor siempre está por llegar» y eso es SERENDIPIA, esa es la frase que tenía delante de mi todos los días sin entender su sifnigicado, esa es la magia en la que yo creo.  Y es que las mejores historias como las bodas, son las que nacen y se hacen por casualidad, cuando menos lo esperas, dejándote llevar… Ese chico que siempre ha vivido cerca de ti, en la calle de atrás y nunca lo has visto hasta que un día vuestras vidas se cruzan por casualidad. Pequeñas cosas a las que nunca prestamos atención y un día se convierten en grandes cosas, se convierten en dos, en «nosotros», nuestro lugar favorito del mundo.

Cuando nos prometimos en New York decidimos que queríamos algo íntimo e informal, aunque yo me hubiese casado de muchas otras maneras, ¡tenía tantas ideas!, pero una boda en mi opinión es cosa de dos, la protagonista no solo es la novia. ¡Aquí mandamos los dos!

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Buscamos algo que se adecuase a nuestro presupuesto y que fuera sencillo, divertido y familiar para una noche de verano; por lo que decidimos que nos casara una gran amiga en el jardín de una finca pequeñita y celebrarlo con un cóctel campestre-chic y puestecitos de comida tradicional de diferentes países. Los fotógrafos fueron mi cuñado, un gran amigo y nuestros invitados con sus cámaras desechables de carrete antiguo. Nuestra boda no fue nada protocolaria, no tiramos la casa por la ventana, se nos olvidaron varios detalles, tuvimos contratiempos y cometí algún error que otro por haberme dejado llevar tanto. Eso sí, la fiesta fue lo mejor, bailamos  y cantamos descalzos  hasta que se hizo de día y agotamos todas las existencias de la mesa dulce, los hot-dog de media noche y las copas, como si no hubiese un mañana. Fui una novia feliz, tranquila y cansada, con un estado de pies al borde de la «amputación» : )

¡Os contaré todos los detalles de la celebración y mi vestido en otro post! Espero que os haya gustado mi Serendipia y los primeros detalles de nuestra boda, o mejor, nuestra fiesta del amor.

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All pictures by @luiscorcas

¡Gracias por leerme!

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